SE ME HA MUERTO COMO DEL RAYO
Permitidme rescatar el poderoso verso de la elegía de Miguel Hernández. En el día de ayer un rayo se ha llevado a Antonio, con la dureza, fuerza, fiereza e insensibilidad de lo inesperado, con la rapidez de lo sorpresivo, con la crueldad de lo que nos parece injusto. Nuestras caras se han iluminado reflejando estupor, incredulidad e injusticia de una vida que se ha empeñado en aplanarnos brutalmente con un martillo de realidad.
Todos echaremos mucho de menos a Antonio. A partir de hoy tendremos que recurrir a nuestros recuerdos para traer su imagen. Siempre recordaré su mirada interrogante, sincera, profunda, intuitiva, ojos perspicaces y astutos, acompañados de una sonrisa fina en sus labios que transmitía confianza y cercanía. Lo recuerdo tranquilo, con la actitud de los que han adquirido la sabiduría de saber escuchar y la inteligencia de rebatir tus argumentos desde la sencillez y afabilidad. Antonio fue bueno y bondadoso incluso en las pocas veces que lo pude ver enfadado.
No creo que me equivoque si afirmo que Ártabros fue para él una pasión y me consta, porque estábamos preparando el 50 Aniversario que para él era una gran ilusión. Ártabros de su mano se convirtió en una gran familia que Antonio supo liderar de forma magistral, aunando criterios, sin tensiones, dirigiendo con el acierto y empatía suficiente para no tener que dar órdenes, sabiendo mandar, ocupándose de buscar ideas de futuro antes de perderse en el recorrido corto. Y Ártabros fue un gran Club de su mano, así lo demuestran los mil socios que estaban en nuestras fichas en la temporada de su liderazgo del 84 al 97. Antonio ha sido un gran dirigente desde la sencillez y bonhomía, sin más ambiciones que las de ser amigo de sus amigos, de la montaña y la de trabajar para que todos los que estaban a su alrededor disfrutasen de la naturaleza y el deporte.
“Por los altos andamios de las flores, pajareara tu alma colmenera”, decía el poeta. Estoy seguro de que es cierto. Adonde quiera que vayas llevarás alegría y donde quiera que estés disfrutarás, como tantas otras veces, de un camino rodeado de flores y montañas.
Adiós Antonio, adiós amigo.
Miguel Reviejo.